Las olas pasan por mi cabeza sin que el callado
frescor me despierte. La cuna de arena que me cubre no es más que una fuerza que
yo contenga pero no manipulo; la aniquilación de ella sería como deshacerme del
último árbol que posa en un bosque. Quisiera seguir buscando alguna guía, faro
o claraboya que me permita ver un más
allá, un ocular rescoldo donde un ojo pueda posar y revisar una película
rosa o las fotografías de un desconsolado amanecer… A veces el placer de la
estética no provoca que mis sentidos se alteren, pero el resquebrajamiento de
uno de mis sentidos o deseos, es como quemar las ventanas de mi alma y llorar
rebabas de amargura.
Ahora tengo que apagar el fuego, ponerme el sombrero de bombero y volverme a sacudir luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario